Uso de mayúsculas y minúsculas al nombrar acontecimientos históricos

Uso de mayúsculas y minúsculas al nombrar acontecimientos históricos

La nueva Ortografía de la lengua española (diciembre de 2010) establece una serie de lineamientos para saber cuándo usar mayúsculas o minúsculas en las frases nominativas que empleamos para referirnos a ciertos acontecimientos históricos.

Intentos por regular el uso

Estos lineamientos contradicen usos comunes en revistas, periódicos y libros tanto de divulgación como especializados. La Asociación de Academias de la Lengua Española tomó cartas en el asunto, seguramente, porque estos usos comunes eran —y siguen siendo— caóticos. En otras palabras, no se trata de usos universales. Al contrario: cada quien ha empleado las mayúsculas y minúsculas como Dios le ha dado a entender (para decirlo de alguna manera).

Criterios del uso de mayúsculas y minúsculas para nombrar acontecimientos históricos

En vista de la importancia del tema, procuraremos aclarar aquí cuáles son los criterios de la Asociación de Academias para que no haya duda acerca de cuándo usar mayúsculas, y cuándo, minúsculas, al nombrar acontecimientos históricos.

Acontecimiento histórico relevante sin aludir a hecho designado

Al referirnos a algún acontecimiento histórico relevante que da nombre a un determinado periodo histórico, se escribe con mayúscula inicial si son denominaciones o antonomasias que no aluden directamente a los hechos designados. Recordemos que la antonomasia es una figura retórica (una sinécdoque en este caso) “que consiste en poner el nombre apelativo por el propio, o el propio por el apelativo” (Drae). Un ejemplo común de antonomasia sería llamar el Apóstol a san Juan. 

Así, en esta categoría estamos hablando de que se escribirán con mayúscula inicial los acontecimientos históricos que son emblemáticos pero que no aluden directa o transparentemente a los hechos designados. Con los ejemplos que ofrece la Ortografía esta idea se aclara: 

  • la Reconquista, el Cisma de Occidente, la Contrarreforma, la Semana Trágica, la Gran Depresión, la Primavera de Praga, la Revolución Industrial, la Revolución de los Claveles, la Revolución de Octubre. 

Hay que tener cuidado, sin embargo, en los casos donde aparecen adjetivos especificativos que expresan nacionalidad, pues estos se escriben con minúscula:

  • la Revolución Cultural china
  • la Revolución francesa
  • la Revolución mexicana

Alusión a acontecimiento histórico descriptivamente

Pero la Ortografía… no se detiene allí. Explica que “cuando la expresión con la que nos referimos a un determinado acontecimiento histórico designa de forma directa y transparente la naturaleza del referente nombrado, no se requiere la mayúscula, salvo en los elementos presentes en la denominación que así lo exijan, como los nombres propios”.

En otras palabras, si aludimos al acontecimiento histórico de manera directa o descriptiva (transparente), usaremos minúscula, salvo que se incluya un nombre propio. Sus ejemplos: 

  • La caída del Imperio romano, el descubrimiento de América, la conjuración de Venecia, el motín de Esquilache, la revuelta de los comuneros, la liberación de París, la toma de la Bastilla, el desembarco de Normandía, el sitio de Leningrado, la conferencia de Yalta (Loc. cit.).

Acontecimientos bélicos

Mención aparte merecen las guerras. Solo requieren mayúscula los componentes de la parte específica de la expresión denominativa, no así los sustantivos genéricos, como guerra, que debe escribirse con minúscula inicial. Así, escribiremos la guerra de los Cien Años, la guerra de Secesión, la guerra de la Independencia, la guerra del Opio, la guerra de los Seis Días, etcétera.

👀➡️Pero aquí hay dos consideraciones importantes: 

  • 1) Si la denominación no es específica, si no tiene valor de nombre propio, no hay por qué usar mayúscula. Podríamos decir que se trataría de una alusión general, “meramente apelativa” (p. 505): la guerra europea, la guerra franco-prusiana, la guerra civil española, las guerras carlistas, las guerras púnicas
  • 2) En el caso de las dos guerras mundiales, “el uso ha fijado como nombre propio singularizador las expresiones Primera Guerra Mundial y Segunda Guerra Mundial, con inicial mayúscula en todos sus componentes. Son antonomásticas expresiones como la Gran Guerra (por la primera de las guerras mundiales) o la Guerra Civil (en referencia a la sufrida por algún país en concreto, por ejemplo, la española de 1936-39 o la costarricense de 1948), razón que justifica su escritura con mayúscula inicial en ambos componentes”.

Y la Ortografía… concluye el tema afirmando que se da el mismo tratamiento a las batallas: “[…] solo debe aplicarse la mayúscula a la parte específica de la denominación: la batalla de las Termópilas, la batalla de San Quintín, la batalla de Ayacucho”. Y nosotros podríamos agregar la batalla de Churubusco, la batalla de Zaragoza, la batalla de la Ciudad de México, la batalla del Molino del Rey, etcétera.